Hay que ver, Jim, como te lo montas a pesar de todo. Cojeas, estás hecho polvo de dormir siempre con un ojo abierto, pero te has montado en pleno centro este pequeño refugio a la espera de tiempos mejores.
Llevas tiempo y hoy es la primera vez que hablamos. Coges colillas para fumar y te doy para un café, o un vino, o lo que te haga falta en este momento: no seré yo quien juzgue tus métodos de evasión, que atajo empleas para olvidar tan solo un momento tamaña soledad y tristeza.
Me cuentas batallas e historias reales, añorando esos tiempos no tan lejanos en los que lo tenías todo, eras técnico de logística, y me estremezco ante el relato de tu caída, un relato tan cercano, posible y horrendo. Para casi todos.
Nota del autor, Daniel Marin, un emprendedor sin techo. Su talento es el foto-periodismo.
El relato de Jim fue también el mío y puede serlo de nuevo por una grave situación económica. Tu aportación puede ser importante para que Jim salga de la calle y yo no vuelva a ella. Si te animas a realizar un donativo, hazlo con el título “Cobijos”. Es muy importante para acabar con la infamia de que haya gente sin techo.
Nota desde la asociación Emprendedores Sin Techo
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