El Sentido de La Vida
Escrito por Francisco Limonche Valverde y las aportaciones de Tomás Navarro (psicólogo), Juan Carlos Viniegra (coordinador programa Help Homeless Entrepreneur); Iván Malevoski, Eduardo Saus (Homeless Entrepreneur) y Tomás Escribano Campos (Graduado Social, jubilado).
Todos los seres humanos, de una u otra manera, nos preguntamos en algún momento de nuestras vidas si estas tienen sentido.
La respuesta más inmediata es que el sentido de la vida es vivir. A vivir se aprende viviendo y el resultado de ello es la experiencia.
Del camino que cada cual tome para transitarla, ya sea de propia voluntad o la que el destino se arrogue en elegir surge el sentido. No hay dos senderos, vías, caminos o sentimientos exactamente iguales. El poeta Antonio Machado lo expresa con un sentir profundo en su poema caminante no hay camino “el camino se hace al andar y este son las huellas nada más”.
El camino más transitado suele ser el que se hace en paralelo, en proximidad de otros o solitario; sin embargo, para toda ruta es conveniente dotarse de mochila. Sólo los muy valientes o arriesgados optan por no echar nada a sus espaldas.
Cada mochila debe de contener lo imprescindible: alegría, motivación, conciencia, agua, alimentos, ropa seca y un par de calzas de repuesto. Estaría bien por tanto evitar el insoportable peso de lo superfluo: ira, odio, resentimiento, al tiempo que incluir los recursos necesarios para disfrutar del recorrido.
La vida humana comienza en el canal del parto y finaliza en el umbral del otro lado. Es un estrecho camino que lleva del útero de la madre terrena a la madre muerte. Estamos hechos de materia (mater), madre y eso es cuanto nos constituye. Es por ello por lo que de igual manera se ha de cuidar el cuerpo, tal como se hace con la belleza de lo efímero, pues es préstamo que en algún momento se ha de retornar.
El camino de Santiago como referencia
La analogía del camino de Santiago con el sentido de la vida puede resultar esclarecedora. Una de las primeras cosas que intuye o sabe todo peregrino es que cuanto más pese la mochila más complicado se le vuelven los pasos. La otra, que, si en algún momento toma la senda equivocada, ha de volver sobre lo andado hasta el último lugar donde recuerde se encontraba la flecha amarilla.
Los años que se nos otorgan son breves, a la vez que los ritmos cada vez más urgentes. Se hace preciso por ello aprovecharlos y llenarlos de solidaridad, buenas compañías y hermosas experiencias. Es lo único que podemos llevar con nosotros al otro lado.
Toda vida tiene sentido, tanto la más encumbrada como la del última de la fila. Los seres humanos somos eslabones en una gran cadena de causa y efecto, que atañe a la humanidad en su conjunto. Si se quiebra o deshace alguno de los eslabones antes de lo convenido, no es posible la vida tal como es.
De las más complicado que pueda experimentar una persona, en tiempos de paz, al menos en Occidente, vivir en condición de calle sea quizás de las más duras.
En tales circunstancias y al menos desde el punto de vista de quien no haya vivido algo parecido, se hace evidente que añadir el peso de la culpa o del abandono no facilitan la marcha.
Cuando nos embargue el desánimo es bueno recordar que la vida es lo más grande que nos pueda suceder y que tenemos la potestad de hacer uso de nuestro libre albedrío, para sentir lo que sentimos. El dolor es inevitable; el sufrimiento llega un momento que no. Quizás saber esto no cambie la situación; pero desde luego invita a no añadir más carga de la necesaria.
Viktor Frankl encontró el sentido de su vida manteniéndose vivo en Auschwitz. Detenido en un campo de muerte y condenado a morir, eligió vivir; no odiar a quienes iban a ser sus asesinos y otorgarse a sí mismo la libertad de hacer la transición en conciencia. La muerte le acechaba en cada rincón y a cada segundo; de hecho, era su destino; sin embargo y exceptuando el inevitable horror, Viktor Frankl se mantuvo en la firme voluntad de preservar su vida en la voluntad del propósito que la animaba.
Es evidente que tuvo mucha suerte. Lo habitual hubiese sido acabar como la mayor parte de los condenados. Pero él tenía el deber de ofrecer al mundo su tratado de logopedia, requisado un primer manuscrito al entrar en el campo (logoterapia: curación por la palabra, del que millones aún se benefician), al tiempo que llegar a redactar el libro más transformador que se haya escrito nunca: “el hombre en busca de sentido” para dar testimonio hasta el último de sus días.
Viktor Frankl cita en el hombre en busca de sentido a Friedrich Nietzsche, quien afirmaba que quien tiene un porqué para vivir, es capaz de soportar cualquier cómo.
Al tiempo también a Dostoievski, quien dice “sólo temo una cosa, no ser digno de mis sufrimientos”
¿Qué sentido crees que tiene tu vida; cuál es la motivación que te da más fuerza?
Algunos personajes importantes que han dado testimonio sobre el sentido de sus vidas
“El único sentido de esta vida consiste en ayudar a establecer el reino de Dios.” Leon Tolstoi (1828-1910) Escritor ruso.
“La finalidad de la vida es vivir, y vivir significa estar consciente, gozosa, ebria, serena, divinamente consciente.” Henry Miller (1891-1980) Escritor estadounidense.
“La felicidad es el significado y el propósito de la vida, y todo el objetivo y el fin de la existencia viviente”. Aristóteles.
“Nuestro propósito principal en esta vida es ayudar a los demás. Y si no puedes ayudarles, al menos no los lastimes”. Dalai Lama.
“La vida es como montar en bicicleta: para conservar el equilibrio, debes mantenerte en movimiento”, Albert Einstein.
¿Qué hábitos se pueden sugerir para encontrar el sentido de la vida?
¿Es conveniente sugerir meditar y orar a una persona que viva en la calle?
La triada de lo que constituye: apariencia, sombra y esencia
Vicente Ferrer no necesitaba de la verdad; la tenía dentro de sí. La mayor parte de los seres humanos por el contrario pretendemos sentido porque buscamos verdad. Nos resulta tan alejada la realidad y propósitos del propio mundo, como nuestra experiencia, el dolor o la injusticia. No sabemos además si sea cierto cuanto nos muestran los sentidos. De hecho, no lo es, aunque condiciona y altera nuestra percepción de las cosas, haciéndonos sufrir más por lo que imaginamos que por lo que realmente somos o vemos:
Vemos y oímos menos que la mayor parte de los animales: águila de 2 a 4 veces más y visión panorámica de 340 grados; gato, 5 veces más en nocturno. Otro animal, el gecko (lagarto), es 350 veces más sensible a los colores que el ser humano.
Electrorrecepción: capacidad de detectar campos eléctricos: Muchos peces tienen este sentido del que nosotros carecemos.
Magnetorrecepción: capacidad de detectar campos magnéticos: lo tienen las palomas mensajeras, algunas tortugas e insectos como las abejas.
Ecolocalización: capacidad de orientarse y desplazarse emitiendo sonidos: murciélagos y algunos cetáceos lo tienen.
A lo anterior hay que añadir que en el ser humano emociones y razón alteran lo percibido.
Por último, los sesgos y creencias también proyectan en nosotros aquello que en realidad queremos ver.
Los magos se valen precisamente del conocimiento de estas zonas oscuras de nuestra mente para eclipsar el entendimiento y hacernos ver trampantojos o imaginarios.
Bien es verdad que la mente no distingue lo real de lo imaginado. Podemos pasar la vida sufriendo o lejos de aquellos que amamos por no indagar más allá de lo aparente.
No obstante, sí que hay un algo en los anhelos humanos que impulsa a ir tras esa etapa de la que quizás disfrutamos en algún momento: el paraíso en la Tierra.
Para ello se hace necesario asumir y practicar el “conócete a ti mismo y conocerás al universo y los dioses”
"Conócete a ti mismo" (gnōthi seauton), frase escrita en el pronaos del templo a Apolo en Delfos.
Conocerse a uno mismo es como acceder al manual de instrucciones de la vida. Ello la facilita y hace más amable.
Quien sabe de sus puntos fuertes y debilidades, al actuar conscientemente puede hacer de su vida un lugar más grato, acentuando lo amable y eliminando lo ingrato.
Para ello hay que prestar atención a tres cualidades; sus nombres: apariencia, sombra y esencia.
Apariencia es lo que creemos ser o lo que dicen que somos; es la mirada que nos devuelve el espejo; la máscara del personaje que interpretamos, personalidad o ego. No es buena ni mala; es sencillamente una careta; identificarse con ella es como el actor que se identifica con el maquillaje de lo que interpreta.
Sombra es la que tapa nuestro sol de lo interno, cuando la luz no alcanza a todas las moradas. Sus principales atributos: odio, rencor, miedo, envidia, orgullo, prepotencia, minusvaloración de sí.
Esencia es lo que somos, la conciencia que nos habita y es realmente el auténtico sentido de toda vida. No precisa de juez, chamán, rabino, imán o sacerdote. De inmediato te quiebra por dentro si te apartas de ella: cumple pues la ley y déjate llevar por el corazón.
¿Cómo apoyar y motivar a una persona sin techo y sin empleo?
Lo intangible y como alcanzarlo
Lo intangible es aquello que no se ve, pero se siente. Puedo sentir sed; pero no la veo: es un intangible. Veo y disfruto lo tangible del agua. Siento a Dios, conciencia universal o conciencia cósmica; sin embargo, no lo veo de manera directa, si bien sé que se encuentra en mí; como lo están el amor por mi familia, amigos o la vida.
¿Cómo demostrar lo intangible?
No se puede. La vida es por aproximación. La guía más intuitiva es lo sentido en lo profundo. La voz que nos susurra desde lo interno.
Contemplando o imaginando la vida en perspectiva. La vida es perspectiva; no expectativa. Esperar que algo sea conforme a nuestros deseos o temores, puede arruinar nuestros mejores años y jamás alcanzarlo.
Disfrutando de cada instante como un regalo. Hay que recordar que no hay nada que la vida no haya previsto; ni carga que el ser humano le sea imposible sobrellevar.
Estando preparado en todo momento para el atardecer de la vida (cuando se es consciente de esto, comienza de verdad la vida). El miedo a morir o perder cualquier cosa, incluido el cuerpo, es miedo a vivir. La vida sucede cuando uno muere a las expectativas, si bien es de sentido común que hay que prestar atención a las cosas del mundo.
Por último, asumiendo que el destino de cada vida es amar y ser amado. A la tarde te examinaran en el amor, dice San Juan de la Cruz. Examinando y examinador son la misma esencia; tú.
Propuestas para una vida con sentido
Vuelve tu mirada a lo interno; lo que buscas en lo profundo; en lo profundo de ti se halla.
Nunca luches contra ti mismo. Razón y confianza o fe son complementarios; no prevalecen uno sobre otro. De ser así es la fe quien soporta la vida; no al contrario.
La vida no es preciso entenderla para vivirla; aunque es cierto que quien busque no debe dejar de hacerlo. Jesús dice al respecto en el evangelio apócrifo de Tomás: Que quien busca no deje de buscar hasta que encuentre, y cuando encuentre se turbará, y cuando haya sido turbado se maravillará y reinará sobre la totalidad y hallará el reposo.
Trata de encontrarte en bienestar físico, mental y emocional a través de los recursos sociales de tu pueblo, ciudad o entidad benefactora que te cobije. Al tiempo, retórnales cuanto seas capaz. En ocasiones es suficiente una sonrisa o una frase de agradecimiento.
Bendícete cada día; es decir dite bien a ti mismo (bien decir o bendecir). El dialogo interno es fragua donde se forjan las vidas.
Trata de ser coherente (corazón y mente). Si la cabeza te dice una cosa y el corazón otra, haz caso al corazón.
Pide perdón si crees que debes de hacerlo. No esperes más, ni lo hagas esperando reciprocidad. Pedir perdón es recibir un don: aliviar peso de la mochila.
Todos somos necesarios más que nunca. El Covid 19 ha puesto patas arribas la aparente fortaleza en la que creíamos estar instalados. Hazte el bien; no hagas más ruido del necesario y echa una mano a quien se encuentre más necesitado que tú.